Vísperas.

Exactamente en 24 horas estaré, supuestamente -pues sabemos q no hay puntualidad en este mundo imperfecto-, despegando hacia Santiago de Chile con el objeto de hacer ahí escala para llegar finalmente a Sao Paulo.

Dicho viaje, inspirado recién a mi regreso a México de las Europas, significaba la oportunidad de conocer un país tan rico y atractivo como pretendo q es Brasil, así como entrar por la puerta de atrás de Latinoamérica  -la menos welcoming, por el idioma, para que así todo lo demás fuera pan comido en un futuro-, pero sobretodo, la oportunidad de desenvolverme en situaciones inesperadas en momentos inesperados y con un contexto y ambiente inesperado, es decir, crecer, sentir esa inmensa libertad y autonomía q sentía sobretodo en mis últimos días en Europa cuando me dominaba todo plan.

La verdad es que hoy, ahora, siento algo muy extraño, que en el momento de comprar los boletos no creí que sentiría: algo de angustia. No sé porqué siento que éste es un reto más grande que incluso cuando fui a Budapest y q no sabía NAAAADA de húngaro. Pues es más tiempo e involucra que vaya a comprar boletos de bus q aún no tengo, así como movilizarme en ciudades más grandes que las Europeas -con la excepción de Londres que, sin embargo, esta MUY bien comunicada y que... sé inglés-

Pero esto no debería estarlo sintiendo, esto no lo sentía.... se deberá a que una vez más he adquirido un poco de la mentalidad de mi rancho? No lo sé... no me sentía así cuando fui a Irlanda, pero cuando iba allá no iba sólo totalmente.......

Quizás esto termine siendo justamente lo que pretendía... dar un salto más a la consecución del Artamanji en mo.