Las muertes venideras y el cáncer conceptual

Ya van 3 días que cada noche pienso en qué es lo que hice para que mi día fuera diferente, qué es lo nuevo que aprendí, de qué manera busqué sentirme satisfecho. Ello me lleva inevitablemente a pensar - o más bien, ello es la mera introducción al pensamiento que buscaba en un principio - en el momento inevitable de mi muerte, en la que no tengo nada seguro, momento que escapa a mi concepción y que representa la peor amenaza para mi consciencia.

Todos los males son tolerables mientras sean perceptibles, la circunstancia de concebir una especie de vacío total, aparentemente mentado por ausencia y no por esencia (de lo contrario sería contradictorio, una bobada) me parece una concientización harto amenazante y deprimente, y por más que sea fundamental para ser propiamente lo que se dice ser humano y poder valorar la vida y la obra propia y "vivir más apasionadamente", de todas maneras es como tener cáncer conceptual.

¿Por qué, y desde cuándo se ha pensado a la muerte de esta manera? Creo que eso sería una buena investigación. Tengo ganas de hacer eso, de emprender una petite enquiry histórica de como varias culturas han concebido a la muerte, esperando inspirarme en batir el cáncer conceptual que me aqueja, producto de una tradición filosófica cada vez más carente de certezas.

Las muertes venideras serán, todas, irónicamente, en la fiesta de la vendimia.