Chiste intelectual.

Una recién egresada licenciada en Biología, que impartía clases en una secundaria pública como su primer trabajo, propuso el clásico experimento de probar que la generación espontánea no se da efectivamente, promoviendo a sus alumnos el seguir con cautela los rigurosos pasos del método científico en dicho ensayo.

Al cabo de unos días, al revisar las pruebas, todas parecían apuntar a la certeza de lo esperado: ningún frasco sellado con carne dentro generó vida visible, por lo que se asumía que tal cosa como la generación espontánea no existía. Siempre hubiera podido impugnarse que "igual y la había de manea microscópica" pero a nadie de los alumnos le interesó, hasta......

¡ESPEREN!

Un alumno desgarbanzado y que olía poténtemente a humedad se aproximó a ella y le dijo con el tono vocal propio de la incompetencia: "maestra maestra, mire, aquí hay unas cosas, y se están moviendo!"

La pulcra maestra observó dentro del frasco y observó unos gusanillos amarillos emerger de un "antiestético" trozo de carne.... No obstante, ni siquiera dudó, y pensó "este mequetrefe debe de querer tomarme el pelo, o esta carne quién sabe de que cochinero la fue a sacar y ya traía animalejos" por lo que le dijo con una visible mueca:

"debe de haber un error en el experimento, no te preocupes, tienes el punto de la tarea, toma asiento".